Hoy me desperté pensando en un sueño que tuve, en todos esos lugares que alguna vez de niño recorrí. Toda esa gran cantidad de campo desértico que abarcan enormes parcelas de tierra y mas tierra hasta el horizonte mas lejano, ¿Qué es ese lugar al que llaman “La Patagonia”?, ¿Que historia pueden existir en esas mesetas que se pierden a lo lejos de la extensa llanura?, algo tengo que encontrar, alguien a quien poder preguntarle para borrar todas mis mas grandes intrigas. Cuanto tiempo anduve por esas calles de piedra, pobladas de árboles altos y verdes agitados por el viento que nunca cesa; porque camine solo por tanto tiempo sin encontrar alguna historia que me ayude a terminar con esta incertidumbre. Mi abuela siempre hablo de una forma extraña y de pequeño me pareció algo normal, ahora con un poco mas de caminos recorridos y años encima, comencé a darme cuenta de que no es tan así, ella como tantos otros millones de inmigrantes, dejaron sus tierras, el viejo continente para nosotros, Europa.
Precisamente eso que nunca me llamo la atención, las costumbres extrañas que veía en ella, su acento y las formas complicadas de enunciar una palabra, una frase, claro mi abuela nació en Bélgica, habla otro idioma muy distinto al mío, eso es lo que encuentro raro ahora. Nunca supe, nadie me contó, nunca pregunte por sus orígenes o lo que significo para ella y los suyos venirse a nuestro país, abandonar su país natal, y más aun irse a vivir a la Patagonia.
En alguna ocasión tuve conversaciones con mi mama acerca de su infancia en Sarmiento y sobre los orígenes de nuestra familia, pero nunca me quedo del todo claro, entonces me decidí por viajar, atravesando estas largas rutas argentinas y despejar mis dudas al respecto.
Desde Capital Federal recorrí 1800 kilómetros a través la ruta nacional numero 3. En el viaje observe algo que despertó mi atención siempre, el suelo cambia su textura en un instante, desde el verde mas intenso de los campos pampeanos a las largas mesetas desérticas.
Ahora estoy en Comodoro Rivadavia, Chubut, la ciudad de los vientos y la tierra, que causan que los días sean muy grises e insoportables por momentos, Comodoro es la ciudad cabecera de esta provincia, tiene mas de 200.000 habitantes, sus principales actividades son la actividad portuaria y la industria petrolera.
Aquí y en la mayor parte de este costado de la Patagonia, la vegetación no esta muy presente. Lo que puedo observar es una ciudad al borde del Atlántico, ubicada a la deriva de un cerro al que llaman Chenque, como si toda la ciudad reposara sobre su superficie, a simple vista puedo disfrutar al cerro y el mar azul inmenso uniéndose bajo un mismo cielo; el color del cielo y el mar que veo en estos lugares no existe en ninguna otra región de este extenso país, el aire que se respira no es el que tengo que soportar en Buenos Aires, aquí puedo caminar por las calles, respirando ese aire a mar, sin ningún humo que lo contamine. En el ambiente se oye una estrofa, una canción de Los Piojos, Que voy a hacer con tanto cielo para mi, voy a volar yo soy un bicho de ciudad…
Mis viejos nacieron en Sarmiento, y se vinieron a probar suerte a esta ciudad, la ciudad que me vio crecer. Mi abuela vive allí en la calle Patagonia 579, se llama Hilda, llego a Sarmiento en el año 1955, luego de casarse en Resistencia, Chaco y recorrer medio país, ella viene de Brujas una ciudad de Bélgica.
Sarmiento nació como una Colonia de origen Gales me cuentan, a la que se le sumo luego un crisol de razas de distintos orígenes, en su mayoría europeos, como sudafricanos, ingleses, holandeses, etc. Tiene una población actual que supera los 10000 habitantes, y se encuentra asentada en el extremo Sur de la Provincia del Chubut, a 45º 35' Latitud Sur y 69º 05' Longitud Oeste, para ser un poco mas detallados geográficamente, es un valle, un pequeño oasis, una zona de muchas chacras y mucho verde en el centro de la solitaria meseta Patagónica. Distante a 140 Km. en dirección Oeste de la Ciudad Portuaria de Comodoro Rivadavia y comunicada mediante las Ruta Nacional Nº 3, Nacional Nº 26 y Provincial N° 20.
Es jueves tarde ventosa en Comodoro, preparo mis cosas y me dirijo a la terminal por mi pasaje, el ómnibus sale a las seis de la tarde y son las cinco, tengo tiempo de ir a avisarle a mi vieja que me voy unos días a visitar a mi abuela, me cruzo con un amigo que detiene mi rumbo y me inunda de preguntas, ¿Cómo andas negro cuando llegaste? ¿Cómo andan tus cosas?, no puedo negarme a una charla con alguien que veo poco en el año, termina la conversación luego de quince minutos y sigo mi camino.
Seis de la tarde hora de viajar, asciendo y me toca un asiento que no esta del todo limpio y casi roto, ponen una película, Spirit, de Disney, que mala suerte tengo.
Ya en ruta y viajando hacia Sarmiento descubro el sinfín de balancines extrayendo petróleo veinticuatro horas al día, los asentamientos, las camionetas, colectivos y camiones que recorren estas vías, Pan American Energy, YPF, Petrosar, alcanzo a leer, todo pertenece a alguna empresa petrolera, la economía de esta región esta basada en esa actividad, la extracción y comercialización de petróleo, la mayor parte de sus habitantes vive de la industria petrolera, que abarca a lo largo y a lo ancho a este territorio.
Todo el trayecto esta rodeado de extensas mesetas, largos yuyos y matas que ruedan sin sentido, como si estuviera viendo un film western de Clint Eastwood, liebres que se cruzan de vez en cuando y guanacos pasteando a los costados de la ruta, llegando al pueblo el paisaje se empieza a tornar de mucho verde, lo primero que puedo ver es el Regimiento Militar a mi derecha, luego las chacras a las que alguna vez fui, y por ultimo la entrada al pueblo, Sarmiento me recibe con un cartel “Bienvenidos a Sarmiento, Capital Nacional del Dinosaurio”.
Días atrás había hablado vía teléfono con mi abuela contándole cuales eran las intenciones de mi viaje. Arribo a la terminal de ómnibus ya entrada la noche, me bajo del colectivo con la expectativa de que alguien dignándose de mi visita fuera a recogerme, pero mi decepción es grande cuando mis pies tocan suelo, no vino nadie a buscarme, a caminar se ha dicho. El viento y el frío del lugar es gigante, la iluminación es tenue, apenas puedo ver por donde camino, todo me parece mas chico, como si le faltara algo mas. Camino seis cuadras con mis manos congeladas, abrigado hasta el cuello, bolso en un hombro y maletín con notebook en el otro. Llego a la casa de mi oma, abro el portón, paso el patio, me acerco a la puerta y miro por la ventana, ella esta sentada en su sillón, esta dormida, la televisión esta fuerte.
Golpeo y entro, se despierta y me sonríe: “Hola Diego ¿Como te va?”, se pone de pie y nos abrazamos mucho, pocas veces tengo la posibilidad de visitarla y abrazarla, este encuentro es otra cosa, mis deberes me lo piden.
Me esta esperando con la cena, el tiempo pasa pero los nietos siempre son bien atendidos, me pregunta: “¿Cómo viajaste? ¿Bien?, ¿Cuando llegue desde Buenos Aires?, ¿Los estudios bien?
Nos sentamos y charlamos sobre sus días cotidianos y sobre su pierna que no la deja caminar, como acostumbraba a hacerlo. Pregunta cuantos días pienso quedarme con ella, y si voy a ir a visitar a mis tíos, primos y demás de la familia, la mayor parte de mi familia vive en Sarmiento, solo mis padres viven en Comodoro. Jugamos a las cartas y disfruto mucho escuchándola hablar con esos tonos raros, mezclando sujeto y predicado, por momentos puedo retroceder veinte años en mi cabeza, que bueno es sentirse así, con la mente en paz, sin nada perturbándome, sin ese humo típico de la contaminación porteña, sin esos ruidos de personas impacientes y vehículos que circulan a toda hora.
Mi oma tiene 78 años, la mirada bondadosa y el pelo color blanco, reconocible desde muy lejos, es madre de 3 hijos, Miabel, Katrein y Vicky, todos ellos vivieron con ella bajo el mismo techo toda su juventud.
La casa de mi oma es grande tiene un living repleto de cuadros, que nunca logre entender, está decorada con los muebles más extraños, dos muebles enormes antiguos, llenos de libros y vajilla, un reloj con un péndulo que nunca ví oscilar, sillones y fotos de todos sus nietos y bisnietos sobre una cómoda, la cocina está decorada con platos sobre la pared, todos ellos tienen dibujado algún dragón, estos representan a los países bajos. Ella siempre está sentada sobre su sillón preferido frente a la TV, además del living tiene tres habitaciones más, una que esta clausurada desde hace años a la que nadie se atreve a entrar, y algo que vendría a ser un taller-quincho, nunca supe bien como definirlo, jardín impecable con mucho césped, árboles varios, y una farola que siempre me ilumina al llegar a su puerta.
Pasa el jueves y llega el viernes, anoche no pase la noche en casa de mi abuela, mi primo me llamo por teléfono y me paso a buscar tarde, para no molestarla decidí dormir en el hogar de mis tíos. Mi tía Miabel, la hija mas grande de los tres hermanos me recibe con un exquisito almuerzo, nos sentamos a la mesa y comienza a preguntarme sobre la entrevista por la que vine desde tan lejos, terminamos de comer y nos movemos hacia su living, la televisión refleja Estudio País y a Juan Alberto Badia, ella acota: “¿Vos mirás este programa?” “Es lindo porque hablan sobre todas las provincias”, Miabel tiene 52 años cabello lacio, anteojos y la mirada calma, es la directora de cultura de Sarmiento, además tiene un taller de artesanías en donde enseña como pintar, como bordar, etc. Seguimos conversando y le comento sobre el libro “El interior” de Martín Caparrós por algo que recordé: ¿Tus abuelos fueron los que vivieron en Pampa del Infierno?, porque en este libro leí que este autor recorre esa zona del Chaco y lo primero que se me vino a la mente fue una historia que me contó Oma, entonces…, “Claro” me responde, “ellos vivieron ahí muchos años, mi abuelo era médico de ese lugar”, el tiempo corre me fijo la hora en el celular, ya son las cuatro me voy, me despido y me marcho.
Camino por todas esas calles de piedra y árboles agitándose, el sol y el viento hacen su oficio sobre mi piel, estas son las imágenes que recordaba en mi sueño, de nuevo arribo a la casa de mi abuela pero esta vez es de día, una vez más me asomo por la ventana y la veo sentada en su sillón, está dormida y la televisión encendida, la despierto y pongo la pava para tomarnos unos mates. Nos sentamos en la mesa del living, de mi bolso extraigo mi block de notas y enciendo la notebook para tomar algún apunte, “Bueno Diego ¿Vamos a hacer la entrevista o que?”, comenzamos charlando sobre su viaje en barco, la charla nos lleva una hora, atravesamos todos los tópicos, hablamos sobre la inmigración, el papel de los medios en Argentina, las costumbres de padres e hijos en Bélgica y en Argentina, todo es un mundo diferente a lo que ella estaba acostumbrada. Me cuenta muchas historias, vivió en Villa Ballester, Buenos Aires cuando recién llego a la Argentina, pasó por el Chaco, cuando se casó en Resistencia, Rosario por que su marido estudiaba allí, terminó junto a los padres de su esposo aquí en La Patagonia, primero en una chacra llamada Colhue Huapi, y luego aquí en Sarmiento.
-“¿Sabias que había un autovía de Comodoro para acá? Vos no lo conociste, era un tren eléctrico que iba de Comodoro a Sarmiento una vez por día, antes de llegar a Sarmiento estaba la estación Colhue Huapi, entonces viajando tu abuelo me dice fijate bien ahora que te voy a mostrar donde compre un terreno, yo veía todo matas, y el insistía allá fijate bien allá adelante de tus narices, cuando ví lo que había comprado me quería morir”; me río mucho de su historia pero mas que nada de la forma en como frunce el ceño y se tapa la cara como si tuviera vergüenza al contármelo, luego de tanta platica se cansa de hablar conmigo y es lógico, se vuelve a su sillón a mirar televisión, termina la tarde, llega la noche, el cielo es enorme lleno de constelaciones, muy estrellado, intento que la charla se prolongue un poco más.
La Argentina es el único país de Latinoamérica con inmigración belga, Bélgica tiene una larga tradición en la Argentina, ya desde fines del siglo XIX, con la inmigración de belgas hacia la Argentina, además de las intensas relaciones industriales que mantienen, por ejemplo el primer subterráneo elaborado en Buenos Aires fue obra de belgas, igual que el Teatro Colón, una de las obras fundamentales de la Argentina.
-“Pero claro, nosotros siempre íbamos a escuchar música clásica al Colon, era hermoso ir al teatro”, porque Buenos Aires antes era otra cosa, era un chiche, ahora no quiero saber nada con Buenos Aires”.
-Te acordás de aquella vez que me contaste que tu papá no les permitía oír otra música que no fuera clásica.
-“Mi papá solo quería que escucháramos música clásica y a mi me gustaba un programa en radio Mitre de Bing Crosby los miércoles a la noche, mi papá siempre estaba en su oficina adelante y abría la puerta del medio donde estaba la radio en el comedor, para poder escuchar también, yo tenía la radio bajita siempre pero él lograba escuchar igual, entonces venía y me decía: ¡apaga eso!”
Insisto con otro tema.
La repentina superpoblación que arrojo la ola inmigratoria entre 1.880 y 1.910, tuvo que apiñarse en los famosos conventillos, que fueron su sitio fatal de residencia, en los últimos años de la década del 80 existían en Buenos Aires alrededor de 2.000 conventillos.
-¿Sabías algo de los conventillos en Buenos Aires Oma?
-“Los conventillos existieron mucho antes, cuando llegaron los italianos a principios de siglo, nosotros vinimos en el 48, ellos vinieron a comienzos de siglo, entre los años 1910-1915”.
-Los conventillos existían cuando vos llegaste...
-“Pero los que vivían en ellos eran de otros países de Alemania, de la gente que había sufrido la guerra esa, de Italia también, la gran inmigración de Italia fue a principios de siglo y los españoles también claro, los edificios que hay en Buenos Aires por ejemplo son todos hechos por italianos, porque son muy buenos constructores, Buenos Aires está poblada en su mayoría de Italianos”.
-“Cuando nosotros llegamos al puerto de Buenos Aires estaba el famoso Hotel de los Inmigrantes, y ¿Sabes qué? si estabas enfermo te mandaban de vuelta a tu país”.
Es increíble como puede acordarse de todo lo que le pregunto, mi ego esta satisfecho, todas aquellas dudas que tenía al iniciar mi viaje empiezan a despejarse.
Ya es sábado tengo que volver a mi ciudad, volvemos a tomar mates con masitas, me despido con otro fuerte abrazo y con la promesa de volver en verano, llega la Tía Tita y se ofrece para llevarme a la terminal de ómnibus, ya estoy de nuevo en ruta, volviendo a mis orígenes, llego pasadas las nueve, otra vez de noche, todo es más calmo aquí en el Sur, hasta el tiempo parece que fuera mas lento.
-“Hola Diego ¿Como te fue”? me recibe mi viejita, cabello rubio y la mirada más bondadosa de todas, se llama Katrein tiene 46 años y trabaja en una escribanía, en el trayecto conversamos sobre todo lo que pasó en Sarmiento, llegamos a nuestro destino y seguimos conversando sobre Oma, “¿Te contó muchas cosas? “Contame dale”.
Bueno espera que pongo música primero, ¿León Gieco?
-“Dale”
Escucho Bandidos Rurales: “Entre Campo Largo y Pampa del Infierno el pagador de Bunge y Born le da 6000 por no ser muerto Gran asalto al tren del Chaco, monte de Sáenz Peña, Anderson y Clayton firma algodonera 45.000 a Dreyfus le sacaron sin violencia El gerente Ward de Quebrachales 13.000 le entrega Secuestro a Negroni, Garbarini y Berzon, resistió fuera de la ley, resistió fuera de la ley…”
Algo detiene mi atención, claro Pampa del Infierno, un lugar que me intriga mucho porque lo menciono primero Oma después Miabel y ahora León Gieco….
-“Pampa del infierno era como el lejano oeste, ahí mandaban a los que supuestamente estaban fuera de la ley en aquellas épocas” dice Katrein, es mas te voy a contar la historia de mis abuelos ellos fueron los que vivieron en ese lugar. -“Mi abuelo era médico y abogado, cuando se casó se fue a vivir a España y luego cuando Franco tomo el poder regreso a Holanda, allí trabajaba como secretario de la embajada de Argentina en Holanda porque ya había estado acá viviendo. Luego de vivir en Barcelona, y viendo lo que sucedía en esa Nación con el gobierno del generalísimo Franco, se decidió y se vino a la Argentina con su único hijo (mi papá) con un contrato de trabajo desde la embajada, para trabajar acá. La idea era poner un instituto en Córdoba como cancerólogo, pero no les fue del todo bien porque tuvieron un enfrentamiento con Evita”.
-“El secretario de la embajada de España en Argentina fue a verla a Evita por el contrato de trabajo de mi abuelo, Evita era malhumorada, mal hablada, entonces cuando fue a su oficina para hablar sobre el tema y no la encontró, decidió esperarla hasta que llegara, después de un tiempo y cansado de esperar el diplomático comenzó a quejarse con su secretario y le dijo: “cuando me van a atender”. Cuando llegó Evita escuchó como este se quejaba, luego entro a su despacho y se olvido de cerrar la puerta, y así el secretario español pudo escuchar como Evita le decía a su secretario: “decile a ese español de mierda que espere” , cuando el secretario español escuchó lo que dijo Evita y logró que esta lo atendiera le contesto: “este español se va pero la mierda se queda” y así le rompieron el contrato a mi Opa y lo mandaron a trabajar a un hospital en Resistencia Chaco, pero aquí no se termina la historia; cuando llego al hospital en Resistencia, vió que en el mismo no había insumos, no había agua y hasta había una ambulancia que la usaban ¡para transportar chanchos! Entonces fue y se quejó porque no había nada en el lugar, estas personas encargadas del lugar le contestaron que sino le gustaba ese hospital lo iban a mandar a trabajar a Pampa del Infierno, y así fue, terminó de médico en Pampa del Infierno”.
-“En pampa del infierno cuando uno se casaba tenía que prestarle primero su mujer al comisario del lugar, porque según una ley de ellos, este tenía que comprobar que una mujer fuera virgen, increíble que pasen cosas así ¿no?, y mi abuela me contó que fueron después de muchos años y tomando algo en un bar, reconocieron a este comisario porque laburaba como mozo del lugar”.
La charla sigue ahora tomamos café, es asombroso como todas estas historias nos conducen hacia un mismo lugar, la familia que nos rodea, Sarmiento, Comodoro Rivadavia, Buenos Aires, Rosario, Pampa del Infierno, España, Holanda y Bélgica, cuantos sitios distantes pero unidos por un mismo sentido, un pasado en común, las diferentes culturas, los caminos recorridos, aquello que alguna vez recorrí de pequeño, hoy se suma a todo lo que sigo caminando, todos estos años que siguen avanzando a pasos gigantes…
Precisamente eso que nunca me llamo la atención, las costumbres extrañas que veía en ella, su acento y las formas complicadas de enunciar una palabra, una frase, claro mi abuela nació en Bélgica, habla otro idioma muy distinto al mío, eso es lo que encuentro raro ahora. Nunca supe, nadie me contó, nunca pregunte por sus orígenes o lo que significo para ella y los suyos venirse a nuestro país, abandonar su país natal, y más aun irse a vivir a la Patagonia.
En alguna ocasión tuve conversaciones con mi mama acerca de su infancia en Sarmiento y sobre los orígenes de nuestra familia, pero nunca me quedo del todo claro, entonces me decidí por viajar, atravesando estas largas rutas argentinas y despejar mis dudas al respecto.
Desde Capital Federal recorrí 1800 kilómetros a través la ruta nacional numero 3. En el viaje observe algo que despertó mi atención siempre, el suelo cambia su textura en un instante, desde el verde mas intenso de los campos pampeanos a las largas mesetas desérticas.
Ahora estoy en Comodoro Rivadavia, Chubut, la ciudad de los vientos y la tierra, que causan que los días sean muy grises e insoportables por momentos, Comodoro es la ciudad cabecera de esta provincia, tiene mas de 200.000 habitantes, sus principales actividades son la actividad portuaria y la industria petrolera.
Aquí y en la mayor parte de este costado de la Patagonia, la vegetación no esta muy presente. Lo que puedo observar es una ciudad al borde del Atlántico, ubicada a la deriva de un cerro al que llaman Chenque, como si toda la ciudad reposara sobre su superficie, a simple vista puedo disfrutar al cerro y el mar azul inmenso uniéndose bajo un mismo cielo; el color del cielo y el mar que veo en estos lugares no existe en ninguna otra región de este extenso país, el aire que se respira no es el que tengo que soportar en Buenos Aires, aquí puedo caminar por las calles, respirando ese aire a mar, sin ningún humo que lo contamine. En el ambiente se oye una estrofa, una canción de Los Piojos, Que voy a hacer con tanto cielo para mi, voy a volar yo soy un bicho de ciudad…
Mis viejos nacieron en Sarmiento, y se vinieron a probar suerte a esta ciudad, la ciudad que me vio crecer. Mi abuela vive allí en la calle Patagonia 579, se llama Hilda, llego a Sarmiento en el año 1955, luego de casarse en Resistencia, Chaco y recorrer medio país, ella viene de Brujas una ciudad de Bélgica.
Sarmiento nació como una Colonia de origen Gales me cuentan, a la que se le sumo luego un crisol de razas de distintos orígenes, en su mayoría europeos, como sudafricanos, ingleses, holandeses, etc. Tiene una población actual que supera los 10000 habitantes, y se encuentra asentada en el extremo Sur de la Provincia del Chubut, a 45º 35' Latitud Sur y 69º 05' Longitud Oeste, para ser un poco mas detallados geográficamente, es un valle, un pequeño oasis, una zona de muchas chacras y mucho verde en el centro de la solitaria meseta Patagónica. Distante a 140 Km. en dirección Oeste de la Ciudad Portuaria de Comodoro Rivadavia y comunicada mediante las Ruta Nacional Nº 3, Nacional Nº 26 y Provincial N° 20.
Es jueves tarde ventosa en Comodoro, preparo mis cosas y me dirijo a la terminal por mi pasaje, el ómnibus sale a las seis de la tarde y son las cinco, tengo tiempo de ir a avisarle a mi vieja que me voy unos días a visitar a mi abuela, me cruzo con un amigo que detiene mi rumbo y me inunda de preguntas, ¿Cómo andas negro cuando llegaste? ¿Cómo andan tus cosas?, no puedo negarme a una charla con alguien que veo poco en el año, termina la conversación luego de quince minutos y sigo mi camino.
Seis de la tarde hora de viajar, asciendo y me toca un asiento que no esta del todo limpio y casi roto, ponen una película, Spirit, de Disney, que mala suerte tengo.
Ya en ruta y viajando hacia Sarmiento descubro el sinfín de balancines extrayendo petróleo veinticuatro horas al día, los asentamientos, las camionetas, colectivos y camiones que recorren estas vías, Pan American Energy, YPF, Petrosar, alcanzo a leer, todo pertenece a alguna empresa petrolera, la economía de esta región esta basada en esa actividad, la extracción y comercialización de petróleo, la mayor parte de sus habitantes vive de la industria petrolera, que abarca a lo largo y a lo ancho a este territorio.
Todo el trayecto esta rodeado de extensas mesetas, largos yuyos y matas que ruedan sin sentido, como si estuviera viendo un film western de Clint Eastwood, liebres que se cruzan de vez en cuando y guanacos pasteando a los costados de la ruta, llegando al pueblo el paisaje se empieza a tornar de mucho verde, lo primero que puedo ver es el Regimiento Militar a mi derecha, luego las chacras a las que alguna vez fui, y por ultimo la entrada al pueblo, Sarmiento me recibe con un cartel “Bienvenidos a Sarmiento, Capital Nacional del Dinosaurio”.
Días atrás había hablado vía teléfono con mi abuela contándole cuales eran las intenciones de mi viaje. Arribo a la terminal de ómnibus ya entrada la noche, me bajo del colectivo con la expectativa de que alguien dignándose de mi visita fuera a recogerme, pero mi decepción es grande cuando mis pies tocan suelo, no vino nadie a buscarme, a caminar se ha dicho. El viento y el frío del lugar es gigante, la iluminación es tenue, apenas puedo ver por donde camino, todo me parece mas chico, como si le faltara algo mas. Camino seis cuadras con mis manos congeladas, abrigado hasta el cuello, bolso en un hombro y maletín con notebook en el otro. Llego a la casa de mi oma, abro el portón, paso el patio, me acerco a la puerta y miro por la ventana, ella esta sentada en su sillón, esta dormida, la televisión esta fuerte.
Golpeo y entro, se despierta y me sonríe: “Hola Diego ¿Como te va?”, se pone de pie y nos abrazamos mucho, pocas veces tengo la posibilidad de visitarla y abrazarla, este encuentro es otra cosa, mis deberes me lo piden.
Me esta esperando con la cena, el tiempo pasa pero los nietos siempre son bien atendidos, me pregunta: “¿Cómo viajaste? ¿Bien?, ¿Cuando llegue desde Buenos Aires?, ¿Los estudios bien?
Nos sentamos y charlamos sobre sus días cotidianos y sobre su pierna que no la deja caminar, como acostumbraba a hacerlo. Pregunta cuantos días pienso quedarme con ella, y si voy a ir a visitar a mis tíos, primos y demás de la familia, la mayor parte de mi familia vive en Sarmiento, solo mis padres viven en Comodoro. Jugamos a las cartas y disfruto mucho escuchándola hablar con esos tonos raros, mezclando sujeto y predicado, por momentos puedo retroceder veinte años en mi cabeza, que bueno es sentirse así, con la mente en paz, sin nada perturbándome, sin ese humo típico de la contaminación porteña, sin esos ruidos de personas impacientes y vehículos que circulan a toda hora.
Mi oma tiene 78 años, la mirada bondadosa y el pelo color blanco, reconocible desde muy lejos, es madre de 3 hijos, Miabel, Katrein y Vicky, todos ellos vivieron con ella bajo el mismo techo toda su juventud.
La casa de mi oma es grande tiene un living repleto de cuadros, que nunca logre entender, está decorada con los muebles más extraños, dos muebles enormes antiguos, llenos de libros y vajilla, un reloj con un péndulo que nunca ví oscilar, sillones y fotos de todos sus nietos y bisnietos sobre una cómoda, la cocina está decorada con platos sobre la pared, todos ellos tienen dibujado algún dragón, estos representan a los países bajos. Ella siempre está sentada sobre su sillón preferido frente a la TV, además del living tiene tres habitaciones más, una que esta clausurada desde hace años a la que nadie se atreve a entrar, y algo que vendría a ser un taller-quincho, nunca supe bien como definirlo, jardín impecable con mucho césped, árboles varios, y una farola que siempre me ilumina al llegar a su puerta.
Pasa el jueves y llega el viernes, anoche no pase la noche en casa de mi abuela, mi primo me llamo por teléfono y me paso a buscar tarde, para no molestarla decidí dormir en el hogar de mis tíos. Mi tía Miabel, la hija mas grande de los tres hermanos me recibe con un exquisito almuerzo, nos sentamos a la mesa y comienza a preguntarme sobre la entrevista por la que vine desde tan lejos, terminamos de comer y nos movemos hacia su living, la televisión refleja Estudio País y a Juan Alberto Badia, ella acota: “¿Vos mirás este programa?” “Es lindo porque hablan sobre todas las provincias”, Miabel tiene 52 años cabello lacio, anteojos y la mirada calma, es la directora de cultura de Sarmiento, además tiene un taller de artesanías en donde enseña como pintar, como bordar, etc. Seguimos conversando y le comento sobre el libro “El interior” de Martín Caparrós por algo que recordé: ¿Tus abuelos fueron los que vivieron en Pampa del Infierno?, porque en este libro leí que este autor recorre esa zona del Chaco y lo primero que se me vino a la mente fue una historia que me contó Oma, entonces…, “Claro” me responde, “ellos vivieron ahí muchos años, mi abuelo era médico de ese lugar”, el tiempo corre me fijo la hora en el celular, ya son las cuatro me voy, me despido y me marcho.
Camino por todas esas calles de piedra y árboles agitándose, el sol y el viento hacen su oficio sobre mi piel, estas son las imágenes que recordaba en mi sueño, de nuevo arribo a la casa de mi abuela pero esta vez es de día, una vez más me asomo por la ventana y la veo sentada en su sillón, está dormida y la televisión encendida, la despierto y pongo la pava para tomarnos unos mates. Nos sentamos en la mesa del living, de mi bolso extraigo mi block de notas y enciendo la notebook para tomar algún apunte, “Bueno Diego ¿Vamos a hacer la entrevista o que?”, comenzamos charlando sobre su viaje en barco, la charla nos lleva una hora, atravesamos todos los tópicos, hablamos sobre la inmigración, el papel de los medios en Argentina, las costumbres de padres e hijos en Bélgica y en Argentina, todo es un mundo diferente a lo que ella estaba acostumbrada. Me cuenta muchas historias, vivió en Villa Ballester, Buenos Aires cuando recién llego a la Argentina, pasó por el Chaco, cuando se casó en Resistencia, Rosario por que su marido estudiaba allí, terminó junto a los padres de su esposo aquí en La Patagonia, primero en una chacra llamada Colhue Huapi, y luego aquí en Sarmiento.
-“¿Sabias que había un autovía de Comodoro para acá? Vos no lo conociste, era un tren eléctrico que iba de Comodoro a Sarmiento una vez por día, antes de llegar a Sarmiento estaba la estación Colhue Huapi, entonces viajando tu abuelo me dice fijate bien ahora que te voy a mostrar donde compre un terreno, yo veía todo matas, y el insistía allá fijate bien allá adelante de tus narices, cuando ví lo que había comprado me quería morir”; me río mucho de su historia pero mas que nada de la forma en como frunce el ceño y se tapa la cara como si tuviera vergüenza al contármelo, luego de tanta platica se cansa de hablar conmigo y es lógico, se vuelve a su sillón a mirar televisión, termina la tarde, llega la noche, el cielo es enorme lleno de constelaciones, muy estrellado, intento que la charla se prolongue un poco más.
La Argentina es el único país de Latinoamérica con inmigración belga, Bélgica tiene una larga tradición en la Argentina, ya desde fines del siglo XIX, con la inmigración de belgas hacia la Argentina, además de las intensas relaciones industriales que mantienen, por ejemplo el primer subterráneo elaborado en Buenos Aires fue obra de belgas, igual que el Teatro Colón, una de las obras fundamentales de la Argentina.
-“Pero claro, nosotros siempre íbamos a escuchar música clásica al Colon, era hermoso ir al teatro”, porque Buenos Aires antes era otra cosa, era un chiche, ahora no quiero saber nada con Buenos Aires”.
-Te acordás de aquella vez que me contaste que tu papá no les permitía oír otra música que no fuera clásica.
-“Mi papá solo quería que escucháramos música clásica y a mi me gustaba un programa en radio Mitre de Bing Crosby los miércoles a la noche, mi papá siempre estaba en su oficina adelante y abría la puerta del medio donde estaba la radio en el comedor, para poder escuchar también, yo tenía la radio bajita siempre pero él lograba escuchar igual, entonces venía y me decía: ¡apaga eso!”
Insisto con otro tema.
La repentina superpoblación que arrojo la ola inmigratoria entre 1.880 y 1.910, tuvo que apiñarse en los famosos conventillos, que fueron su sitio fatal de residencia, en los últimos años de la década del 80 existían en Buenos Aires alrededor de 2.000 conventillos.
-¿Sabías algo de los conventillos en Buenos Aires Oma?
-“Los conventillos existieron mucho antes, cuando llegaron los italianos a principios de siglo, nosotros vinimos en el 48, ellos vinieron a comienzos de siglo, entre los años 1910-1915”.
-Los conventillos existían cuando vos llegaste...
-“Pero los que vivían en ellos eran de otros países de Alemania, de la gente que había sufrido la guerra esa, de Italia también, la gran inmigración de Italia fue a principios de siglo y los españoles también claro, los edificios que hay en Buenos Aires por ejemplo son todos hechos por italianos, porque son muy buenos constructores, Buenos Aires está poblada en su mayoría de Italianos”.
-“Cuando nosotros llegamos al puerto de Buenos Aires estaba el famoso Hotel de los Inmigrantes, y ¿Sabes qué? si estabas enfermo te mandaban de vuelta a tu país”.
Es increíble como puede acordarse de todo lo que le pregunto, mi ego esta satisfecho, todas aquellas dudas que tenía al iniciar mi viaje empiezan a despejarse.
Ya es sábado tengo que volver a mi ciudad, volvemos a tomar mates con masitas, me despido con otro fuerte abrazo y con la promesa de volver en verano, llega la Tía Tita y se ofrece para llevarme a la terminal de ómnibus, ya estoy de nuevo en ruta, volviendo a mis orígenes, llego pasadas las nueve, otra vez de noche, todo es más calmo aquí en el Sur, hasta el tiempo parece que fuera mas lento.
-“Hola Diego ¿Como te fue”? me recibe mi viejita, cabello rubio y la mirada más bondadosa de todas, se llama Katrein tiene 46 años y trabaja en una escribanía, en el trayecto conversamos sobre todo lo que pasó en Sarmiento, llegamos a nuestro destino y seguimos conversando sobre Oma, “¿Te contó muchas cosas? “Contame dale”.
Bueno espera que pongo música primero, ¿León Gieco?
-“Dale”
Escucho Bandidos Rurales: “Entre Campo Largo y Pampa del Infierno el pagador de Bunge y Born le da 6000 por no ser muerto Gran asalto al tren del Chaco, monte de Sáenz Peña, Anderson y Clayton firma algodonera 45.000 a Dreyfus le sacaron sin violencia El gerente Ward de Quebrachales 13.000 le entrega Secuestro a Negroni, Garbarini y Berzon, resistió fuera de la ley, resistió fuera de la ley…”
Algo detiene mi atención, claro Pampa del Infierno, un lugar que me intriga mucho porque lo menciono primero Oma después Miabel y ahora León Gieco….
-“Pampa del infierno era como el lejano oeste, ahí mandaban a los que supuestamente estaban fuera de la ley en aquellas épocas” dice Katrein, es mas te voy a contar la historia de mis abuelos ellos fueron los que vivieron en ese lugar. -“Mi abuelo era médico y abogado, cuando se casó se fue a vivir a España y luego cuando Franco tomo el poder regreso a Holanda, allí trabajaba como secretario de la embajada de Argentina en Holanda porque ya había estado acá viviendo. Luego de vivir en Barcelona, y viendo lo que sucedía en esa Nación con el gobierno del generalísimo Franco, se decidió y se vino a la Argentina con su único hijo (mi papá) con un contrato de trabajo desde la embajada, para trabajar acá. La idea era poner un instituto en Córdoba como cancerólogo, pero no les fue del todo bien porque tuvieron un enfrentamiento con Evita”.
-“El secretario de la embajada de España en Argentina fue a verla a Evita por el contrato de trabajo de mi abuelo, Evita era malhumorada, mal hablada, entonces cuando fue a su oficina para hablar sobre el tema y no la encontró, decidió esperarla hasta que llegara, después de un tiempo y cansado de esperar el diplomático comenzó a quejarse con su secretario y le dijo: “cuando me van a atender”. Cuando llegó Evita escuchó como este se quejaba, luego entro a su despacho y se olvido de cerrar la puerta, y así el secretario español pudo escuchar como Evita le decía a su secretario: “decile a ese español de mierda que espere” , cuando el secretario español escuchó lo que dijo Evita y logró que esta lo atendiera le contesto: “este español se va pero la mierda se queda” y así le rompieron el contrato a mi Opa y lo mandaron a trabajar a un hospital en Resistencia Chaco, pero aquí no se termina la historia; cuando llego al hospital en Resistencia, vió que en el mismo no había insumos, no había agua y hasta había una ambulancia que la usaban ¡para transportar chanchos! Entonces fue y se quejó porque no había nada en el lugar, estas personas encargadas del lugar le contestaron que sino le gustaba ese hospital lo iban a mandar a trabajar a Pampa del Infierno, y así fue, terminó de médico en Pampa del Infierno”.
-“En pampa del infierno cuando uno se casaba tenía que prestarle primero su mujer al comisario del lugar, porque según una ley de ellos, este tenía que comprobar que una mujer fuera virgen, increíble que pasen cosas así ¿no?, y mi abuela me contó que fueron después de muchos años y tomando algo en un bar, reconocieron a este comisario porque laburaba como mozo del lugar”.
La charla sigue ahora tomamos café, es asombroso como todas estas historias nos conducen hacia un mismo lugar, la familia que nos rodea, Sarmiento, Comodoro Rivadavia, Buenos Aires, Rosario, Pampa del Infierno, España, Holanda y Bélgica, cuantos sitios distantes pero unidos por un mismo sentido, un pasado en común, las diferentes culturas, los caminos recorridos, aquello que alguna vez recorrí de pequeño, hoy se suma a todo lo que sigo caminando, todos estos años que siguen avanzando a pasos gigantes…